lunes, 1 de diciembre de 2014

Bukchon Village, un pueblo que oculta una gran belleza

La belleza de Corea del Sur es indescriptible y sobrecogedora, primero llegas y dices:

Pero... WTF????

 qué pisos más feos! todos juntos!!! sin dejar ningún espacio, todo lleno de carteles, edificios viejos al lado de estupendas estructuras, coches feísimos y coches geniales, iglesias sin venir a cuento en cualquier lado... Hasta que te adentras en ella, y empiezas a ver esculturas de ciencia ficción, grandísimas bibliotecas como la Kyobo, lugares que parecen Manhattan como Gwanghwamun (donde estuvo el papa no hace mucho) con rascacielos y el famolo palacio Gyeongbokgung, parques de ensueño podados y bien cuidados, ni un papel en el suelo sin haber ninguna papelera por allí, pueblos antiguos como Andong, templos de meditación en los que encuentras a maestros budistas y a gente haciendo sus rezos, sitios de tecnología como Yongsan, etc

Y lo importante de todo esto no es ver lo que acabo de decir, sino lo que aún queda por ver dentro de todo lo que he dicho, porque Seúl es mágico y en su interior esconde mil y una maravillas.
 
Ahora os voy a contar a cerca de un maravilloso día que empezó tal que así...

 
Y una vez repusimos fuerzas nos dirigimos a


Bukchon Village:

Hace unos días fui con mis amigas a este pueblo, Buchon Village no es nada del otro mundo, al principio ves casas antiguas, todo en este pueblo es antiguo, de hecho es como si viajases en el tiempo y aparecieras en otro año en Seúl.


Hay dibujos pintados en las paredes, las casas se ven bastante antiguas, de primeras te encuentras con una guardería hasta que vas caminando y subiendo cuestas y cada vez vas viendo cosas más interesantes como tiendas, algún que otro sitio para mirar el paisaje y puestos de comida.

 
Además de todo esto tuve la suerte de que este personajito se pusiera de acuerdo en ese preciso instante y posara para salir con toda su chulería en la foto.
 
 
 
En su interior:

Bukchon Village es un pueblecito humilde pero esconde algo muy bello en su interior, si vas subiendo una cuesta que hay muy prolongada hasta arriba llegarás a un mirador muy conocido donde se puede observar imágenes como estas:


El sol formó un papel importante en nuestras cámaras aquel día, se tornaba con un color anaranjado y suave fácil de ver directamente con los ojos, quise plasmar esa sensación, además aquel paisaje invitaba a hacer fotos... en ese momento tenía la cámara con la batería agotada, pero tuve suerte y al dejarla apagada se recargó un poco, así que la encendí y me puse a jugar con el zoom de la cámara y este fue el resultado.
 
No quiero parecer demasiado beatificante diciendo que todo está bien y que cada día me va bien, hay días buenos y días malos pero lo cierto es que este no fue para nada un día así, sino que fue un día muy agradable, divertido y pudimos sacar unas fotografías que quitan el aliento a más de uno.
 
 
 
 
 
 
 

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Por un instante me trasladé a Corea del Sur (aunque en el mundo real estaba encerrado en una oficina) gracias a esas magnificas fotos y el gran relato.

    ResponderEliminar